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🧠 Cerebro de un mentiroso

¿Cómo es el cerebro de un mentiroso?

Un verdadero océano de neurotransmisores y determinadas áreas cerebrales participan como una máquina perfectamente engranada para generar una mentira lo más convincente posible.

Las mentiras se podrían definir como el acto de comunicar una información a sabiendas de que es falsa, tejiendo un velo entre la verdad y la falsedad. Las motivaciones que llevan a alguien a mentir son tan variadas como la propia humanidad: desde proteger a alguien hasta evitar un conflicto pasando por obtener un beneficio personal o simplemente manipular a los que nos rodean.

Los expertos señalan que la incursión en la mentira en la vida de un ser humano arranca entre los 3 y los 5 años, y es vivido simplemente como un entretenido juego. Su evolución respecto del lenguaje y del pensamiento, sumado a su interacción social mueven a los niños a pensar en algo que no es cierto y expresarlo.

Cómo es el cerebro de un mentiroso

¿Cómo es el cerebro de un mentiroso? 

Cinco áreas involucradas en la mentira

La mentira es un proceso complejo que involucra mecanismos cerebrales y factores psicológicos. A través de resonancia magnética funcional se ha podido saber que hay ciertas áreas cerebrales que se activan de forma diferente cuando alguien miente en comparación con cuando dice la verdad.

Las cinco áreas del cerebro más involucradas en la mentira incluyen: la corteza prefrontal dorsolateral, el cíngulo anterior, la ínsula y el hipocampo.

La corteza prefrontal dorsolateral participa en la planificación y elaboración de la mentira, el cíngulo anterior se encarga de detectar errores, la ínsula procesa las emociones y el miedo a ser descubierto y, por último, el hipocampo participa de forma activa para recuperar la información y no ser descubiertos.

A pesar de todo es importante tener en cuenta que la actividad cerebral no es un indicador infalible de la mentira y que las misas áreas cerebrales pueden activarse en otras situaciones.

Mentir

La mentira es un acto complejo que involucra toda una orquesta de neurotransmisores cerebrales. 

El lenguaje cerebral de la mentira

La mentira es un acto complejo que involucra toda una orquesta de neurotransmisores cerebrales, mensajeros químicos que trabajan en conjunto para modular las funciones cognitivas, emocionales y conductuales que intervienen en el engaño.

Los principales neurotransmisores que participan en la mentira son seis: la dopamina, el glutamato, la serotonina, la noradrenalina, la acetilcolina, y el GABA.

La dopamina se asocia con la recompensa, la motivación y el placer, cuando los niveles están elevados puede impulsar la búsqueda de beneficios personales a través de la mentira.

El encargado de planificar y controlar la conducta durante la mentira es el glutamato, un neurotransmisor excitador del cerebro que juega un papel en la planificación y control de la conducta durante la mentira.

Por su parte, la serotonina regula el estado de ánimo, la impulsividad y la toma de decisiones. Un descenso en este transmisor puede acrecentar la probabilidad de actuar impulsivamente o mentir sin considerar las posibles consecuencias que se puedan derivar.

La noradrenalina es un neurotransmisor que se libera en respuesta al estrés y aumenta la atención, la vigilancia y la respuesta de lucha o huida. La noradrenalina puede preparar al cerebro para las reacciones fisiológicas y emocionales asociadas a la mentira.

Una vez gestada la mentira, para recuperar la información es fundamental contar con la acetilcolina, el neurotransmisor que participa de la memoria, la atención y el aprendizaje.

GABA es el principal neurotransmisor inhibidor del cerebro que ayuda a controlar la ansiedad y la impulsividad. Un descenso en la actividad del GABA puede aumentar la probabilidad de comportamientos impulsivos o desinhibidos, como mentir.

Como vemos cada uno de los neurotransmisores juega un papel fundamental, como si se tratara de los instrumentos de una orquesta.

Mentirosos

Una vez planteada la mentira, hay otro cerebro, el de la víctima, que se pone en marcha. 

Sistema cerebral para detectar mentiras

Una vez planteada la mentira, hay otro cerebro, el de la víctima, que se pone en marcha en un complejo proceso intelectual para discernir si la información es verdadera o no. Este proceso, aunque rápido y automático, involucra una serie de áreas cerebrales y funciones cognitivas que trabajan en conjunto como si se tratara de un sistema de contraespionaje.

La primera línea de defensa es la detección de incongruencias: busca si la información que recibe se ajusta a lo que ya conoce, a sus experiencias pasadas y a su modelo del mundo. Si hay algo que no encaja, se activa una primera señal de alerta.

En este sistema se analiza también el lenguaje, las palabras elegidas, el tono de voz, la fluidez del discurso y las expresiones faciales. El análisis del conjunto, hace que adoptemos una decisión sobre la veracidad de la información, que puede ser consciente o inconsciente.

Este proceso, ya lo sabemos, no es perfecto. Podemos ser engañados por mentiras bien elaboradas o por personas con habilidades entrenadas.